martes, 19 de mayo de 2015

El abanico rojo

Es un abanico rojo. ¿cómo sabes que es un abanico? lo toco. Cierto, también lo toco yo y no sé qué es un abanico. Mi abuela dice que necesita el abanico como el comer y lo entiendo pues su transpiración es “muy” fuerte. ¿No tiene aire acondicionado? No le gusta, dice que le seca la garganta, si es verdad no lo sé o puede que chochee, pero  usa abanico. Es lo único que conozco que se despliegue así y, además, está su sonido, el del plisar de sus hojas. ¿De niño no ibas a la iglesia? No, no iba, siquiera estoy bautizado, ¿qué tiene que ver esto con la religión? Hay dos cosas que en la misa nunca he soportado, el sonido del ventilador y los abanicos, es un aleteo como de algo que se aproxima y nunca llega, me causa ansiedad, luego están las canciones cantadas a coro por ancianas, como de una ultratumba predecida que me estremecen hasta la fobia, salir de la iglesia es seguirle un día alterado sin apenas comer e hipersensible, por eso tampoco voy a misa.
Este tren sacude tanto como aquellos de antaño ¿Crees que vamos a tardar mucho en llegar? el trayecto es de casi de una hora, precisamente porque éste es el tren más viejo de todo el horario, si no hubiéramos perdido el anterior…. Ya, lo siento, me ha costado asearme hoy sólo con un brazo y la escayola no me dejó dormir. ¡Ah! no sabía que llevaras una escayola. ¿No te ocurre que te cansas de contar algo a tooodo el mundo? Si, pero hubiera entendido que llegaras tarde. Creí que dirías que siempre tengo excusa para llegar tarde. ¿Y cómo vas a tocar el violín? ¿Y cómo sabes tú que el abanico es rojo?